Poesía con agallas
Queer, lesbiana, trans, gay, mayor, inmigrante, heterobásico, bisexual, fluido… Ya basta de clasificaciones, de categorías, de normativas. Ya basta de tener que explicarse. El amor no va de identidades, sino de sentimientos. El amor va de piel y deseo. De amar sin pedir permiso; de besar sin esconderse; de elegir a quien se quiera, donde se quiera y cuando se quiera. Aunque moleste a las mentes cerradas, aunque murmuren, aunque señalen o critiquen.
Este poema es un grito de libertad para todas aquellas almas que saben que el amor verdadero jamás debería esconderse o limitarse.
Que se pongan muy serios
y me apunten con el dedo,
yo me quedo con quien quiero
y, si puedo, con un buen trasero.
Besarnos en cualquier lado,
tragarnos miradas y palos,
sentir que existo, que no soy pecado
aunque murmuren y juzguen por lo bajo.
No hay amor ilógico,
ni género obligatorio.
Cada cuerpo es oratorio,
cada orgasmo, un universo propio.
Libertad no es pavonearse por la acera
ni fingir abrazar una bandera.
Es comer donde se quiera
y gozar antes de la gran siega.
Es decir en voz alta:
“Que arda todo si hace falta”.
El verdadero hogar es quien te abraza
y no quien disimula y se marcha.
Lo que siento no pide perdón,
ni permiso ni edición.
Mi amor no lleva etiquetas ni razón,
me salga del coño, del rabo o del corazón.
Este poema y muchos otros forman parte de mi libro Te quiero mucho, el primer libro de poemas de amor sin etiquetas. Un canto al deseo libre, a las relaciones diversas y a los sentimientos que no tienen en cuenta el género, sino el corazón.